Las danzas y su importancia para los mazahuas.

Por: Nde Tr'eje 

Una de las maneras correctas, que los abuelos consideran para habitar el espacio-tiempo, según los mandatos del padre creador Mixokjimi, es la danza. Pues, es mediante el movimiento del cuerpo, que nos conectamos con la dimensión divina, donde habitan las energías sagradas. Por ende, gran parte de los bailes tradicionales de las comunidades, están dedicadas a  los guardianes de los elementos de la naturaleza. 

La danza se percibe como una manifestación artística de gran presencia social mediante la cual las personas expresan su poder, su ideología y, en algunos casos, incluso su identificación étnica o multiétnica (Gudemos, 2003; Torre, 2008), por lo que también constituye un medio de expresión que ha sido muy controlado y ceremonialmente manipulado por las clases dominantes en comunidades socialmente estratificadas y políticamente organizadas.  


En el caso de las danzas indígenas, que tienen un pasado que se remonta a la época prehispánica, estas son parte esencial de un sistema ritual expresado en la forma de bailar, en el acercamiento y el distanciamiento, y cada uno de sus elementos y movimientos puede significar opresión, guerra, gratitud, dominación, sacrificio y esclavitud (Gudemos, 2003; Torre, 2008). En otras palabras, la danza tiene una finalidad de ritual mediante la cual se establece un vínculo en la relación entre el hombre, la sociedad, Dios y la naturaleza (Stenn, 1990), de ahí que sea es necesario bailar y contar las ideas, así como pensarlas y sistematizarlas (Schneider, 1998).

La danza, por tanto, puede ser concebida como un medio de expresión útil para el hombre desde el principio de los tiempos debido a su necesidad de expandirse anímicamente y de establecer, a través del movimiento y el gesto, los vínculos emocionales con su concepción simbólica del cosmos (Aricó, 2008; Gudemos, 2003; Torres Jara et al., 2018).

En el caso del territorio mexicano, la mayoría de las danzas regionales tienen rasgos procedentes de la matriz cultural mesoamericana (Bonfil, 1988), mientras que algunas otras tienen origen español y han sido refuncionalizadas, como por ejemplo la danza de los Moros Cristianos, Los Huachupines, la danza de Los Diablos Rojos y la de Los Gallitos o Pollitos, Las Pastoras para los mazahuas. 

En muchas de estas danzas, se realizan movimientos en espiral, haciendo referencia a como es que las comunidades originarias piensan, en espiral. Algo que Victor M. Gavilán explica como:

El modelo del pensamiento y acción en espiral es incluyente, y permite conectar el presente con el pasado y en el caso de los pueblos originaros, permite comprender la factibilidad de construir futuro volviendo al pasado; vale decir, a las raíces de su desarrollo como pueblo.  (Gavilán, 2012, p. 18). 

Así pues, la danza de las pastoras, para el pueblo mazahua, buscan generar una conexión con la energía sagrada del agua, pero también con los distintos tiempos-espacios que habitamos. Pues, mediante los golpes que se dan al suelo con bastones, se busca llamar a la lluvia para que riegue a las milpas, permitiendo que el ciclo de la siembra continúe. Conectándonos así con nuestros abuelos, quienes nos enseñaron este trabajo; como con las infancias que continuaría esta tradición.



"Voces olvidadas, que son rescatadas"

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