La cueva: un lugar de misterio
Por: Nde Tr'eje
Para muchas comunidades originarias, de la república mexicana y el resto del mundo, la relación con los elementos naturales no solo es alimenticia o habitable, sino también hay conexiones sagradas con los elementos que la conforman. Los bosques, ríos, lagos y también las cuevas que se encuentran en muchos lugares son de suma importancia para la conformación de su cosmovisión.
En particular, estas últimas son estructuras naturales que guardan un sinfín de misterios. Así pues, para muchos pueblos de México son la entrada al mundo de los muertos, es decir, el inframundo. Pues es importante mencionar que el espacio-tiempo se conforma de dos dimensiones: la dimensión material o espacio-tiempo mundano (en donde los humanos habitan) y la dimensión espiritual o espacio-tiempo divino.
En particular, para la cosmovisión mazahua estos dos espacios-tiempos, se desarrollan y desenvuelven en relación directa, es decir, entrelazándose. La vida mundana se desarrolla en el plano divino, por eso para los abuelos y abuelas los espacios naturales son sagrados.
Ahora bien, es importante mencionar que para el pueblo jñatrjo y muchos otros, no existe una idea de cielo o infierno, más bien un peregrinar entre el mundo material y el espiritual, en donde el mazahua deberá cumplir ciertos niveles, para al fin alcanzar su misión y descansar eternamente. Es así, que tampoco existe una concepción del diablo, sino más bien del Mbante, el dueño o guardián del inframundo mazahua.
Alrededor de esta entidad sagrada existen un sinfín de leyendas que aún persisten hasta nuestros días. Algunas de ellas relatan encuentros con él, o bien, experiencias que relatan el encuentro de la entrada a su morada. Es por ellos, que las cuevas, para los mazahuas (y muchas otras comunidades originarias) son la puerta al mundo de los muertos y por ende el camino para poder conocer a sus guardianes.
Las cuevas conectan a lo más profundo de la tierra, en donde la oscuridad es lo único que puedes percibir, muchas de estas no han sido exploradas y no se conoce si tienen un final, por eso nuestros abuelos contaban que estas estructuran naturales conectan al inframundo.
En el valle de Mazahuacán se conoce una cueva, ubicada en lo más alto de las peñas de la comunidad de San Pedro el Ato, en San Felipe del Progreso. Su acenso es difícil, pues las pendientes, las rocas, las hojas secas de los árboles y los nopales hacen que pocos sean los valientes a visitar el lugar. Sin embargo, años atrás, las abuelas y abuelos asistían con regularidad a este lugar para cortar nopales y tunas, buscar hierbas medicinales, leñas o pastar animales.
Hoy en día pocos conocen el camino para llegar, hasta este lugar, que también es escenario de trabajos realizados con magia negra o blanca. Esta cueva se encuentra alineado en dirección al sol naciente, los volcanes de Iztaccíhuatl y Popocatépetl, el Santuario Señor Del Cerrito (Santa Cruz Tepexpan, Méx.) Y el basamento arqueológico de Ngoro (Santa Ana Ixtlahuaca). Sin embargo, lo que más impacta, es como las rocas del lugar forma el rostro de un hombre de edad avanzada, que se puede interpretar como el vigilante del valle de Mazahuacán. Podria ser que al tratarse de una cueva y con las explicaciones anteriores se trate del Mbante, pero es difícil que alguien compruebe esta teoría,
Hoy en día, aún es posible escuchar estos mitos y leyendas en boca de los abuelos y abuelas más grandes de las comunidades, que hacen que la cultura siga viva hasta nuestros días.
Fotos y redacción: Nde Tr'eje, 2025.
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